Ya he nacido!

Por fin decidí salir de mami! Fue toda una aventura, para mí, para mamá y para papá también, desde luego. Eran las 4:40 del viernes 4 de Abril cuando mamá se despertó por una contracción un poco molesta, siguió mirando el reloj a ver cuando volvía la siguiente y la siguiente, y como eran cada 5 minutos despertó a papá. Papi enseguida se puso a cronometrar todas las contracciones y, aunque eran bastante regulares, como todavía no le dolía mucho a mamá decidieron esperar hasta estar seguros de que ya estaba de camino.

Al rato empezaron a ser más dolorosas pero hasta que no llevaba una hora y media diciendo ¡Ostras Pedrín! (como les había dicho el Dr. Aitor Cristóbal que diferenciarían las contracciones de parto) no llamaron al Doctor que les dijo que podían ir para allí. Llegamos sobre las 10 al hospital, lo primero que hizo el doctor fue monitorizar mis latidos y las contracciones de mami y comprobar que ya estaba dilatada de 3 cm. Estaba claro que ya estaba llegando!

Le ofrecieron la epidural a mami advirtiéndole de que eso era solo el principio, pero aunque se lo pensó, prefirió seguir con su idea de tenerme de manera totalmente natural. Nos pasaron a una habitación donde mami rompió aguas, y desde ese momento las contracciones empezaron a ser cada dos minutos y luego enseguida cada minuto, y cada vez más dolorosas.

Llegó un momento en que mamá empezó a sentir ganas de empujar y mientras empujaba gritaba como una leona. Iba probando diferentes posturas pero era un esfuerzo tan grande eso de empujar que acabó tumbada. Al rato le dijo el doctor que ya era el momento de que yo saliera, y ahora si que tenía que empujar, pero haciendo toda la fuerza abajo y conteniendo la respiración. Qué bien se portó el doctor con mamá, tranquilizándola y transmitiéndole calma todo el rato, qué tío más majete (os pongo una foto de él conmigo en brazos para que veáis que agradable es).

Mientras tanto, mamá estrujaba la mano a papá que, a pesar de que se la estaba espachurrando, no paraba de darle ánimos y de sujetarle la cabeza para que empujara mejor. Empecé a asomar la cabecita a eso de las dos y media, pero al principio me volvía otra vez para dentro cuando mami dejaba de empujar, y así hasta que, por fin dejé que papi me viera toda la cabecita. Se quedó con la boca abierta al verme la orejita, los ojitos todavía hinchados y cómo hacía burbujitas con los morritos. Mami se concentró mucho y en dos o tres pujos más consiguió que sacara un hombrito, enseguida el otro y ya toda entera. Me limpiaron un poco con una toallita y me dejaron encima de mami, mientras papi le decía: “Mira si es toda rosadita, que guapa, lo has conseguido, eres fantástica”. Entonces, encontré un botoncito al que me amorré enseguida y del que ya no me he separado más que para amorrarme al de al lado (o para dormir un buen rato) porque sale un liquidito dulce y calentito riquísimo.

Eran las 14:45 horas, y poco después, Papi cortaba el cordón que todavía me unía a mami y después, nos íbamos los tres a la habitación número 7, (nuestro número favorito, qué casualidad), y desde entonces no nos hemos separado.